lunes, 19 de noviembre de 2012

Diwali Holidays - PALOLEM

La noche anterior a este último desplazamiento acordamos la forma de ir. Llamamos para alquilar 2 coche. Vendrían a traérnoslos a las 9 de la mañana. Hacia las 9 de la mañana nos dijeron que si íbamos a irnos del hotel en que estábamos ahora (lógicamente, sí). Por esa razón, nos quedamos sin coches. No nos los dejaban, quiero deducir, por no tener seguridad de que los fuéramos a devolver al no tener la seguridad de que fuéramos a volver a Candolim… sí, esto es la India.

Solución, llamar 3 taxis para llevarnos a todos. Finalmente así fue, con sus retrasos y demás habituales, acabamos en Palolem hacia las 12-13 del mediodía. Fuimos directos a un chiringuito a comer. Al menos por una vez nos vino bien el "Slow-Food". Mientras nos hacían la comida unos cuantos fueron a buscarnos alojamiento, y les dio tiempo de sobra de buscar, reservar y volver, y aún habían sacado apenas los entrantes. 

Los alojamientos, totalmente peliculeros. Cabañas de madera a escasos metros de la arena de la playa. Muchas de colorines (la mía rosa, sin duda el color que habría elegido). No, sin lujos, pero una bonita experiencia.

Cabañas en primera línea



Sin comentarios...

Sobre la playa… mucho que decir o nada. Un detalle. La segunda película de la saga de Bourne (Matt Damon) comienza en esta playa.
Os dejo una panorámica de toda la playa de Palolem (me falta una foto más a la derecha de la imagen, pero no me la engancha bien el Photoshop). Ponedla en grande para verlo bien:



Después de comer decidimos hacer un poco de ejercicio. KAYAK.
Como veis en la panorámica, a la izquierda hay como una pequeña isla unida al resto del continente únicamente por unas rocas (y separada cuando sube la marea). El objetivo, atravesar por ahí y llegar a unas calas vírgenes que nos encontramos un poco más allá.

El trayecto, muy duro. Yo nunca había hecho ningún deporte de remo ni similares. Mi compañero de canoa, un Nepalí en buena forma, pero con el que no acabé de entenderme con los ritmos. Lo ideal es remar ambos al mismo ritmo, pero ¡él cambiaba todo el rato! Casi le doy con el remo, pero me contuve. Aun así, llegamos, y la alegría y la realización lo superan todo. Una preciosa cala vacía para descansar un rato, y vuelta, que el sol se estaba poniendo. A la vuelta, al menos, una buena nueva. La marea había subido y podíamos pasar remando, mientras que al ir tuvimos que llevar la canoa a pulso, caminando por rocas resbaladizas y a veces cortantes (qué rato).

La llegada a la playa de nuevo, espectacular, qué sensación.

Duchita, descanso, y a cenar. El nepalí nos recomendó un sitio (luego resultó que ese sitio lo llevaban otros nepalíes amigos suyos) y fuimos a por una rica mariscada. Tras negociar el precio pedimos bandejas grandes de marisco y pescados varios para compartir entre todos, sumados a arroz para acompañar y cervezas y similares para pasarlo todo. Muy muy rico todo, y un rato genial en unas mesas algo incómodas (de estas bajitas en las que tienes que estar sentado en el suelo prácticamente, bonito pero para un rato).


La pega, que a las doce de la noche nos tuvimos que ir, cerraban. Pero quedaba abierto (abría las 24 horas) un bar en la playa, y allí nos dirigimos. 
La mayor parte la pasé discutiendo sobre diferentes acentos (británicos, italianos, españoles) con ejemplares de los 3 países. Momentazos memorables. De vez en cuando, algún fuego artificial iluminaba el cielo (tradicional durante las celebraciones de Diwali). 
A una hora prudente, a la cabaña a descansar.

La mañana siguiente, playa. No sin antes un rico desayuno sobre la misma arena:

Ahí se nos ve, sufriendo la dureza de la vida


Otro punto de vista

Jugando al fútbol en la arena, dando unos toques, mostrando calidad. 
Un momento de los que me enamoran de este tipo de viajes. Baño en el mar, yo, jugando al balón con un inglés, un italiano, una francesa, un nepalí y un mozambiqueño. Y no, no es el comienzo de un chiste.

Otro puntazo. Tirados en la arena, pasa un chavalillo con un cesto con fruta. Dos piñas y dos mangos cayeron. Nunca había probado el mango creo, me encantó. He aquí el susodicho, un salao:



Tras ello, comida de nuevo con vistas al mar, ducha para quitarse la arena, y a buscar el bus de vuelta a Pune, con una gran pena en el alma… ¡ya quiero volverrrrr!

2 comentarios:

  1. No publiques más por dios...das demasiada envidia jajaja.
    Las panorámicas alucinantes eh?? ;)

    ResponderEliminar