miércoles, 20 de marzo de 2013

Kerala: Periyar "Tiger" Reserve

Comienza el tercer y último día de la aventura.
La noche anterior, antes de buscar hotel, preguntamos en la estación de autobuses qué teníamos que coger a la mañana siguiente para llegar a nuestro destino. Un hombre más majo que las pesetas nos explicó perfectamente. 7:05 bus a Kumily. Asín que allí estábamos bien de mañana, ese mismo hombre nada más vernos salió a decirnos qué bus era. 

Por delante, unas 3 horas de viaje por puertos de montaña, en un autobús sin ventanas, y con Lewis Hamilton al volante. A mí me gusta la velocidad, las emociones fuertes. Pero os aseguro que cada dos curvas del trayecto, volvía a sorprenderme de que siguiéramos vivos. Adelantando a cualquier tipo de vehículo, en rectas, en curvas, en rampas, con tremendos acantilados a escasos metros (metro). Aaacojonante.

Detalle de la puerta del bus.

Como veis, para cerrarla, tiras de la cuerda desde dentro, y ¡listo!

El habitáculo del piloto. Que no conductor, no. Piloto.

Un pequeño recordatorio del orden de las marchas. ¡Eh! Precavidos cuanto menos.

Plantaciones de té desde el bus.

En esta, con gente recogiendo.


El caso es que Ganesh y Vishnu debían estar de nuestro lado. Llegamos. 
Por el camino conocimos a un grupito de indios (entrados en edad) que al parecer también iban a visitar la reserva. Al bajar del bus, nos juntamos con ellos para coger unos rickshaw y llegar finalmente a la misma. Cuando íbamos de camino, aprovechamos y llamé al hombre con el que habíamos contactado anteriormente y "reservado" para hacer ciertas actividades en la reserva. Me preguntó que dónde estábamos, el conductor del rickshaw se lo explicó, y ¡a los 2 minutos estaba allí con su moto!

Primera actividad programada, un hiking (paseo) con guía.
Antes de empezar, nos dan una especie de perneras, calcetines grandotes. Empiezan a decir una palabra rara "sancajo" o algo así. Insisten, ni idea de lo que me dicen. Preguntan de dónde somos, digo que españoles. Insisten de nuevo con la palabra, convencidos. Al poco, dicen algo de "leech" (sanguijuela, en inglés). Me dicen que cómo se dice en español, se lo digo. Me repiten su palabro, convencidos de que sonaba igual. 
Todo esto para que luego les pregunte, "pero, ¿de verdad hay sanguijuelas?", y me digan "no, ahora no, en Monzón...".
Pero bueno, elegantes como veréis en las fotos con las perneras (y más teniendo en cuenta el modelito que llevaba yo ya puesto).

Comenzamos cruzando el lago en una balsa de troncos de bambú.

Ahí nuestro guía, Raj, trayendo la balsa con una cuerda.

Y ahí una muestra de que la balsa cumplía todas las recomendaciones de seguridad. Como diría una que yo me sé, ¡chiquitos equilibrios para no caernos!

Desde la lejanía, en algunos árboles, langures (nombre científico: "Monos con el rabo mu largo que hacían ruidos raros para avisar de que había humanos por allí cuando estábamos cerca", traducido literalmente del latín).

Un arbolito muy mono. Si no recuerdo mal, de algodón (si alguien sabe que no al verlo, que me corrija. Pocas veces alguien tiene oportunidad de corregirme dado lo poquísimo que me equivoco).

Primera muestra de que la percha es lo que importa. Dando un paseo en liana.

Un trozo de mandíbula de elefante. Nos contaba el guía que los elefantes cambian su dentadura 4 o 5 veces durante su vida.

Más huesos de elefante.

Esto ya no son huesos, pero es de elefante. Sí, eso cagan. Era césped apelmazado.

Orgía de escarabajos (no es coña, todos los que están junticos estaban dale que te pego).

¿Cuál es el tronco?, ¿cuál raíces?... Raj nos explicaba. Nos encontrábamos en una selva tropical, la cual, durante el Monzón, tiene una grandes corrientes de agua cayendo por sus laderas. De no tener las raíces con esas formas y tamaños, estos árboles se verían arrastrados por las corrientes. 

La verdad es que el paseo fue espectacular. La naturaleza, respirar, escuchar los sonidos de insectos, animales, viento... Aclarar por otra parte, que pongo "Tiger" (tigre) entre comillas en el título porque no logramos ver ninguno. Ya nos habían avisado. Nos contó el guía que hay entre 33 y 40 tigres en la reserva, pero la extensión de la misma es enorme, así que tener la coña de encontrarte con uno...
Aun así, totalmente recomendable el paseo, la experiencia.

Más adelante, este árbol. Sus ramas se usan en las verjas y vallas, para que la gente no salte. Como espinas de rosal, todo el árbol.

Con mi traje de camuflaje.

En el último trozo del paseo, volviendo a bordear el lago, montones de ranas como esa.

¿Como rematar la faena?
Imaginaros un paraíso como este pero en Monzón. Suena espectacular, ¿verdad? Pues tuvimos una pequeña muestra. Ya durante toda la caminata habían caído 4 gotas de vez en cuando. Durante el último trozo, empezó un "calabobos". Que dejó de ser sólo para bobos. Nos cayó de repente un diluvio... ¡genial! En un momento la selva y el lago tomaban un nuevo color, nuevos olores, sensaciones. 
Llegamos a la cabaña del comienzo totalmente empapados, escurriendo la ropa. Pero lo repetiría tal cual. 

Desde la cabaña, esperando que parara un poco el diluvio.

Cuando amainó un poco, cogimos de nuevo nuestro rickshaw, y nos dirigimos a la siguiente parada del día. Una fábrica de té. 

No se podían hacer fotos dentro. Fue curioso aun así. Dato interesante que recuerdo: por cada kilo de hojas de té, se queman 4 kilos de madera durante el proceso. Dá que pensar.

Aquí el guía de la visita. Estábamos nosotros 3, y dos alemanes. El guía decía todo en inglés, y luego palabras sueltas que había aprendido, las decía, o intentaba, en español y alemán. Aceptable. Pero un salao' el hombre.

La siguiente prueba era un paseo en barca por los lagos de la reserva que rodeamos antes andando. Llegamos corriendo porque el último barco salía en breve. Corriendo literalmente. Pero llegamos.

Muestras del cansancio tras la carrera.

Nos pusieron salvavidas para ir en el barco... no sé, como que no dá mucha confianza. Más teniendo en cuenta que había 4 barcos, y sólo nos lo pusieron en 2 de ellos.

Un cormorán que se cree Bat-señal.

Lo mejor de las vistas desde el barco. Una manada de elefantes que se acercó al lago a beber agüica rica.


También sorprendentes los troncos que asomaban desde el agua. 

Acercándonos al final. Queda lo mejor del viaje.
La última actividad era ¡montar en elefante!

Antes de subir, podéis ver cómo bebe agua un bicho de estos:

Llenamos la trompa unos segundos.

Y luego lo echamos a chorro pa'dentro. Se oía el agua entrar con fuerza en el cuerpo del mamífero. Retumbaba casi.

Yo me subí el primero, ya sabéis, el burro delante... para llevar las riendas, qué os habíais pensado. Mis vistas, estas:

Mi prima necesitaba un corte de pelo, todo sea dicho. No, los pelos no estaban duros como algunos me habéis comentado. No especialmente.

El bamboleo que se siente bajo tus piernas es increíble. El movimiento de las... vértebras o lo que sea que mueve el animal al andar. Sumado a una postura incomodísima, al bajar andaba como Rivaldo.

El momento más hilarante fue cuando de repente paramos. El domador que iba guiando al elefante, le hace dar un par de pasos hacia atras y un lado. Le pregunto qué pasa. Me dice "toilet!, toilet!" (¡baño!, ¡baño!). Y sí, eso ocurrió. Esas bolas amarillas fueron el resultado. Cada una sonaba como una bomba al caer, ¡menudo ruido!
Ya más ligeritos seguimos el camino.

Los propios domadores nos pedían las cámaras y nos hicieron unas fotos. 

Simplemente genial.

Ya al llegar, otras pocas para el book. Tocar los colmillos del elefante, notar que son marfil de verdad, como las teclas de un piano. Indescriptible.



1 comentario:

  1. Los elefantes son unas de mis debilidades y has conseguido sacarme unas sonrisitas tontas aunque todo hay que decirlo, también mucha envidia, por eso de poder tenerlos cerca y sentirlos.

    Tienes varias fotos que me han gustado especialmente y espero que subas al flickr, como por ejemplo la última (es espectacular) y también la de las ramas parecidas a espinas de rosal, tiene un desenfoque muy bonito.

    Cada vez me caes peor por todo lo que estás viviendo ¬¬

    Salud,

    Mar ^^

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