martes, 7 de mayo de 2013

Último viaje: Agra

Tras la visita a Varanasi del fin de semana, el lunes me levantaba a las 5 de la mañana para coger un tren a las 6, destino a Agra. Destino al Taj Mahal.
Un trayecto en tren de lo más educativo. Mirabas por la ventana, y durante gran parte del camino, lo que más abundaba era gente cagando. Fantástico.

Entrar en el Taj Mahal, un poco más de 10 euros. Si eres indio, 30 céntimos. Lo cual me parece bien, todo sea dicho.
Allá vamos:

Por ahí se entraba. Vamos, ya estaba dentro, y me dí la vuelta para enseñar la entrada. Eso. Pues.

A la derecha, esa misma entrada.

Y... pues eso.

Aclarar que iba con un par de prejuicios ya. Uno, adquirido de opiniones que me decían que el Taj Mahal les había decepcionado un poco. Otro, propio, aunque derivado del adquirido, que me convencía de que me iba a pasar lo mismo. 
No falló mucho. A ver, que es precioso, no cabe duda, imponente. Pero, es tan... tan tal cual te lo imaginas, tal cual lo has visto tantas veces en fotos, en pelis... que no me sorprendió. 

Capturado por una francesa solitaria que viajaba a su bola, como un servidor.


Dándole un poco de creatividad a los colores.

La parte de atrás. Un gran río con no mucha agua.

Cara de "joder cómo pega".

Los locales, hábiles, sentados a la sombra de una de las columnas.

Entre la espesura.

Quitando las malas hierbas.

Al salir de allí, los rickseros (dícese de los conductores de rickshaw, motorizados o a pedales) te avasallan sin piedad. Uno me cayó bien, y le dije el sitio al que quería ir, cerca de donde cogería el bus de vuelta a Delhi. Pero el amigo me dijo que tenía mucho tiempo, que me podía llevar a ver algunos templos más antes de llevarme allí. Acepté.

Cuando llegamos a su transporte, vi que era uno de los de pedales. Va, total, otra experiencia. En algunas cuestas me bajaba para ayudarle a empujar la bici.

Ropa "tendida" en el río.

Primero me llevó a la parte de atrás del Taj Mahal. Jardines, poco cuidados, y prácticamente vacíos. Pero oye, esta quedó guay.

De camino, la chavalería de cháchara.

El primero del los demás templos que vi, de cuyo nombre no quiero acordarme.

Lo sé, mis calcetines se salen.

En la parte de atrás de este mismo templo, de nuevo, el río.


Este fue el último. Para qué negarlo, era feo.

Como detalle, contad a la gente que va en esa moto.

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