miércoles, 16 de enero de 2013

Kathmandu: Nagarkot I (Himalayas)

Siento haber tardado tanto, pero, mejor tarde que nunca. 

Para echar un vistazo a la mayor cordillera del mundo con el sol saliendo sobre sus cumbres, el despertador sonaba a las 3,45. A las 4 nos venía a buscar el taxi para llevarnos a Nagarkot. El taxi, como es habitual, no es el que se suponía que iba a ser. El coche que nos había llevado el día anterior, un coche normal, cómodo... no, no, esta vez viene una furgonetilla de mierda, cuyas ventanas apenas cierran, sin calefacción... fabuloso para ir un par de horas rondando los cero grados fuera. 

Comienza la congelac... digo la aventura.

Nos llevan a una pequeña colina desde la que podremos ver la cordillera del Himalaya (desde lejos vaya), Everest incluído. Llegamos a las 5,30 más o menos... con la noche estrellada. Preciosas vistas, aunque difíciles de disfrutar. Pasamos el rato corriendo alrededor de la torre de vigilancia que hay en la colina, para evitar que se nos congelen los miembros (y también los brazos, las piernas...). De vez en cuando intentamos alguna foto, pero sin trípodes para las cámaras no logramos nada decente. 

Poco a poco va asomando la luz... todo el recorrido desde la noche estrellada hasta un sol reluciente es simplemente espectacular, indescriptible. 
Aun así, intentaré describirlo un poco con esta selección de capturas fotográficas.

Unos colores alucinantes.

Ahí ahí, ahí asoma

Par de frikis en colina congelada.

Por confirmar lo de friki, ver mi atuendo. Sí, mi bufanda del Pucela conoce Nepal :-D

Ese pico algo más puntiagudo que los demás, es el Everest. El que está cerca del árbol, y tiene mucha caída hacia la derecha y poquita a la izquierda. Ese, ese.

Ahora, sin comisión o impuesto añadido, unas panorámicas:




El pueblo que vemos desde la colina. Niebla por doquier.

Ves.

 Lo que yo te decía.

 Los 3 valientes. En estos momentos habíamos dado por perdidos algunos dedos de los pies.

Simplemente...

 ... genial.

2 comentarios:

  1. Solo viendo las fotos parece que mereció la pena perder un par de dedos, ¿no? Vaya pasada...

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